miércoles, 25 de octubre de 2017

DEMOCRACIA



El uso de las palabras no es ni gratuito ni inocente, especialmente en nuestros días. Todo lo que vemos, leemos y oímos está absolutamente medido y estudiado. Desde Carlistas Matritenses queremos hacer una breve reflexión de la palabra democracia.

La clase política española  la tiene como una de sus palabras tótem. Esta palabra sirve para todo, ya sea para bombardear un lejano país como para realizar recortes en economía. Lo interesante del asunto, dado el uso y abuso de la palabra, es que gran parte de la ciudadanía ha acabado asumiendo que toda ecuación que contenga dicha palabra tiene que ser buena per se. No solo eso, todavía más, si uno no está de acuerdo con esa ecuación le es prácticamente imposible poner en cuestión la misma. Al contener democracia el mero intento de rebatir la ecuación sitúa al crítico o en enemigo de la democracia o el razonamiento expuesto será ignorado.

Los carlistas matritenses pensamos que es hora que nos empecemos a preguntar por lo que realmente significa democracia. Hacerlo sin miedo a ser señalados por el hecho de hacerse preguntas y buscar respuestas. Actualmente hay una tendencia que empuja a creer que votar es sinónimo de de democracia. Sin embargo, muy poca gente se pregunta por la representación. ¿Quién me representa? ¿Hay alguien con nombre y apellidos que responda por lo que pasa en mi barrio o en mi ciudad? ¿Tengo la sensación de que es la nación la que controla al poder político o es justamente al revés? ¿Hay división de poderes? ¿Somos todos los ciudadanos iguales ante la ley? Se podrían plantear infinidad de preguntas pero si empezamos por buscar respuesta a estas muy pronto nos daremos cuenta que en España no tenemos democracia.

La falta de democracia es algo grave, muy grave pero no es lo peor. Lo peor es que el pueblo soberano vive engañado con una mentira pergeñada por la clase política en la que ni un solo partido político abre la boca para denunciarla. Eso sí, se les llena la boca hablando de democracia. Esa palabra santa que todos dicen defender y que nadie se atreve a explicar lo que realmente es.   El motivo es sencillo, todos buscan sencillamente su espacio de poder, mantenerse en el mismo y llenarse los bolsillos. Por eso ninguno de ellos va a denunciarlo, sería su final.

Como ya se ha dicho anteriormente, es nuestra responsabilidad que esto cambie. Aunque suene duro, la culpa de que esta situación continúe es nuestra. Somos colaboradores necesarios. Denunciemos y contemos a nuestros amigos, familia y compañeros la realidad. Invitemos a todo el mundo a que piense y se haga las mismas preguntas. Esto no se trata de partidos políticos ni de un lado u otro. Son los mínimos para que la sociedad civil empiece a despertar y darse cuenta del engaño. 

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